Bolívar y Humboldt tuvieron mucho en común, aparte de
un carácter personal individualista y excepcional. El barón era 14 años mayor y
se han encontrado dos veces en Europa. Ambos
se apartaron del destino de su clase social y en lugar de defender
intereses propios de su destacado orígen, acaban arruinados económicamente a
pesar de haber ganado un mundo que les admiraba. Bolívar muriendo en soledad se
sintió fracasado y el anciano Humboldt vivía en Berlín de la gracia y
protección de un rey con quien nada tenía en común. Sus proyectos iban más allá
de lo materialmente conseguible. Después de ellos, en todos los continentes los
hombres seguían viviendo encadenados, el esclavismo no había desaparecido y la
ignorancia maniataba a la mayoría. Bolívar describe su vida como un fracaso y
Humboldt deja su biblioteca - lo único que aun poseía - a su fiel criado antes
de despedirse de este mundo en soledad. Su verdadera obra es dejada a
generaciones posteriores, tanto en Alemania como en las Américas. Ellos habían
prendido la antorcha que iluminaba corazón y mentes - pero la realidad
era dura y compleja.