Todos los días, los niños de primaria, al
caminar a la escuela del pueblo pasaban donde Albert, escoba en mano, estuvo
barriendo la calle. Anduvieron con un poco de temor, porque Albert era un
hombre raro, alto, muy delgado y vestido siempre igual: chaqueta vieja, larga y
oscura, de color indefinido, demasiado ancha para su cuerpo tan flaco. Llevaba
siempre puesto un gorro deformado, típico de los labradores del campo. En su
cara ancha y mal afeitada casi no se veían los ojos.
En la boca, llevaba una pipa, siempre apagada.
Sólo se la quitaba para lanzar un enorme escupitazo en la mitad de la calle
céntrica del pequeño pueblo alemán que se encontraba cerca de la ciudad de
Frankfurt. Parecía que Albert estuviera barriendo siempre porque no se le
conocía otra actividad. En realidad estuvo empleado oficialmente a sueldo -
casi una limosna - en la finca grande „De los Caballeros Teutónicos“, antigua
heredad de aquella orden que hace siglos había ya pasado a manos privadas.
Se puede decir que ahí Albert encontraba los
pobres medios de subsistencia. Vivió en casa de una hermana que lo cuidaba.
Albert A era, lo que se dice, un subnormal que
no hacía daño a nadie.
Sin embargo, en numerosas familias, sirvió su
nombre e imagen para asustar a los pequeños para mandarlos a comer o quitarlos
de la calle:
-¡Que viene Albert con la escoba!- mandó a la
cama a más de un crío desobediente.
En realidad, Albert no se limitaba a barrer la
calle enfrente de la finca, donde le pagaron por ello. Se le veía en cualquier
lugar del pueblo, donde el barrer valía la pena. Albert había encontrado su
vocación. El pueblo gozó durante años de un servicio gratuito, solamente a
cambio de pequeños regalos, mayormente una ración de tabaco de producción
casera. Aquellos tiempos fueron malos y los fumadores de pipa se conformaban
con las hojas de tabaco provenientes de las pequeñas plantaciones destrás de
las casas.
Frecuentemente Albert fue objeto de burlas
crueles. Esconderle la escoba en un momento de descuido lo llevaba al borde de
la desesperación. Entonces escupió la lista de los insultos groseros para
alegría de los malhechores juveniles, que así quedaron satisfechos y le
devolvieron la escoba.
Nunca había sucedido lo que pasó aquella madrugada
del año 40 o 41:
Como todas las mañanas, Albert se había
levantado muy temprano para barrer y se encontró con un grupo de Hitlerjugend
(Juventud Hitlerista) uniformados y dispuestos a hacer valer sus pricipios:
(„Duros, como el acero de Krupp“)Lo rodearon y
entre risas y burlas le dieron una tremenda paliza y lo dejaron sangrando en
medio de la calle recien barrida por él.
Cuando los niños iban al colegio lo vieron allí
sentado, sin cachucha y con la pipa rota en la mano, luciendo una cabeza calva
herida por los golpes que le habían dado.
Los niños pasaron asustados y cuando regresaron
a sus casas preguntaron:
-¿Por qué le han hecho esto a Albert?
-¿Está permitido hacer esto?
No se conocen las respuestas que les dieron los
mayores en este momento. No se han conservado después de tantos años. Es
posible que ni siquiera fueron contestadas.
Además, poco tiempo después de este evento,
Albert desapareció y se podía olvidar el asunto.
¿Quién preguntó?: ¿dónde está Albert?
Había rumores.
Pero, existen respuestas y son inquietantes y
terribles como el lector verá.
Primera
respuesta:
El 14 de julio de 1933, sólo cuatro meses
después de la constitución del Gobierno de Salvación Nacional bajo la dirección
del canciller Adolf Hitler fue pronunciada la siguiente ley:
„Ley
preventiva contra la proliferación de enfermedades hereditarias“ que contenía
el siguiente párafo:
„La
persona que padece una enfermedad hereditaria grave será sometida a
esterilización, cuando existe la probabilidad que los descendientes de la persona
enferma sufrirán graves deficiencias corporales o intelectuales.“[1]
Esta medida ha sido aplicada aproximadamente a 300 000 personas en
Alemania Nazi.
No se conoce el número de personas que
cometieron suicidio como consecuencia del daño físico y psíquico que sufrieron.
Paso a paso, el régimen Nazi abandonó la
apariencia de la legalidad para proceder sin ningún escrúpulo a poner en
práctica su ideología del materialismo biológico:
Sólo un año después, por decreto ley se ordenó
la práctica del aborto obligatorio para todas las mujeres embarrazadas que
estuvieran destinadas a la esterilización. Además, se ampliaron los criterios
para la indicación medica en tales casos.
La cosa no se quedó ahí. Después del comienzo
de la guerra una orden directa de Hitler, conocida como „Führerbefehl Aktion T4“
con fecha de 1 de Sept. de 1939[2] dispuso lo que en realidad habían
planificado desde el principio de la toma de poder:
Bajo amenazas de duros castigos para guardar el
máximo secreto se proclamó la Eutanasia, la eliminación sistemática de
distintos grupos humanos que, según la ideología Nazi, no eran dignos de
existir. Se habló de „lebensunwertes Leben“ - vida no digna de vivir.
En seis Instituciones, disfrazadas de clínicas,
se fundaron centros de eliminación donde se practicó la llamada Eutanasia. A
las víctimas se les engañó. La técnica del asesinato consistió en transformar duchas en cámaras de
gas. De esta forma han sido asesinadas aproximadamente 200 000 personas.
Los formularios y cuestionarios respectivos que
fueron usados, no mencionaron estrictamente la enfermedad de la víctima.
También tuvieron en cuenta la disponibilidad para el trabajo y apreciaciones
como la raza y actitudes políticas del enfermo. De esta forma podían también ser eliminadas personas
hostiles al régimen Nazi.
A las familias de las personas que de esta
forma habían sido oficialmente asesinados por el propio estado Nazi se les
informó por escrito de la siguiente manera:
(
formulario oficial de 6 de agosto de 1940)
„Muy
estimado(a)----
Siento
tener que comunicarle que su ------------ ha fallecido de pronto a causa de
---------------
Graves
enfermedades significan sufrimientos inmensos para los enfermos. Así que la
muerte ha sido una salvación.
La
administración policial ordenó la inmediata incineración en prevención del
peligro de epidemias.
Comuníquenos,
a qué cementerio deberémos enviar la urna con los restos de su ser querido.
Le
avisamos también que visitas aquí no son admitidos debido al peligro de
contraer enfermedades.
Heil
Hitler“
Segunda
Respuesta:
En agosto de 1933 el Instituto Patológico de la
Universidad de Friburgo celebró su 50 aniversario y el recien nombrado rector
de la universidad dio un discurso sobre el tema de „Salud y Enfermedad“.
El rector era un personaje destacado en la vida
universitaria: Por la innovación de su obra filosófica es considerado hasta hoy
como destacado personaje intelectual de la época: es Martin Heidegger.
Heidegger explica que los términos de salud y
enfermedad no han sido definidos en todo tiempo y en todo pueblo de modo igual.
Así, distingue una definición específica de la salud en tiempo de los griegos,
durante la era cristiana y en la modernidad de la sociedad actual. Heidegger
dice, que para los griegos salud
significaba: disposición y capacidad para actuar en la vida pública, en el
estado.
Además agrega, cuando un individuo era incapaz
de cumplir esta función, el médico no debía asistirle en caso de enfermedad. Es
decir, que dejaba morir al enfermo.
Ante el auditorio de médicos profesores universitarios,
todos comprometidos con el juramento de Hipócrates, Heidegger insinúa la
prohibición de la atención médica para salvar una vida que no es útil para el
estado. El estado, según Heidegger, no es más que la expresión viva del ser
colectivo y como tal, encontrado por el médico y ajeno a la responsabilidad
directa de la medicina.
Para apoyar este argumento, Heidegger cita a
Platón - Politeia - donde dice que el médico podrá negar sus servicios a todo
aquel quien no es más útil al estado (polis) y a si mismo.
La mera posibilidad a criterio del médico es
transformada en obligación, sin responsabilidad personal. Esta responsabilidad,
según el criterio del Sr rector, asumió el pueblo alemán al encontrarse a si
mismo en la persona de Adolf Hitler.
Ante el auditorio de profesionales eminentes,
el destacado filósofo manifiesta una variante del mito „Blut und Boden“ ( Sangre y Tierra ), elemento
clave de la ideología del Nazismo.
Da un ejemplo fatal, como la filosofía puede
servir como instrumento destructivo de los valores más elementales del ser
humano. Se abrió el camino hacia la deshumanización de la sociedad de par en
par. No sabemos, si el recien nombrado rector ha sido consciente en este
momento de las terribles consecuencias de sus palabras. Probablemente no han
sido necesarias para organizar la Eutanasia Nazi porque el proyecto ideológico ya estaba hecho.
En cierto modo para Albert A ( ¿y a cuántos
más?)estas palabras significaron más golpes, más desprecio y más dolor.
Tercera
respuesta
¿No había voz que pudiera defender a Albert A?
Seguramente en el pueblo existían numerosas
personas que comentaron entre amigos y familiares lo que sucedía a Albert con
disgusto e indignación. Nadie habló en público, nadie protestó.
Pero había una voz:
El 3 de agosto 1941 el obispo de Muenster, Graf
von Galen, dedicó el sermón del día a los sucesos que poco a poco y a pesar del
secreto exigido por el régimen habían transcendido a muchos sectores de la
sociedad. El programa de esterilización
y de eutanasia no pudo ser mantenido en secreto.
En primer lugar, el obispo se refiere a los
informes que le han llegado sobre las actividades delictivas del mismo estado y
manifiesta que ante esta realidad no puede permanecer callado:
„Si
a los hombres se les permite matar a otros porque no son productivos - y en la
actualidad son los enfermos mentales - entonces el asesinato de toda persona
por improductividad será legítimo. Serán víctimas: los enfermos mentales o
incurables, los inválidos del trabajo y de la guerra y todos nosotros cuando
seamos viejos e improductivos.“
El obispo destaca el hecho que la iglesia no es
una organización revolucionaria. Busca la solidaridad en la situación de la guerra. Sin embargo,
manifiesta que es su deber, no solamente defender los derechos que le
corresponde como representante de la iglesia, sino, proclamar y apoyar los
derechos inalienables de todos los seres humanos. Sin el respeto de estos
derechos divinos debe hundirse toda la civilización occidental.
El obispo también se refiere a la persecución
de los judíos. No menciona expresamente las medidas de discriminación, pero
sostiene:
„También la parte no cristiana de la sociedad que
sufre persecución injustamente y fuera de las leyes espera socorro y la defensa
de sus derechos por los obispos católicos alemanes.“
El texto fue leido como carta abierta en las
iglesias de la diócesis de Muenster. Sin embargo, no le siguió la mayoría del
obispado alemán: Los católicos alemanes no fueron llamados a oponerse
activamente al régimen Nazi.
La resistencia de numerosos católicos contra el
régimen criminal no fue apoyada activamente por la mayoría de los obispos
alemanes.La causa ha sido el temor ante los métodos terroríficos del régimen y
los escrúpulos hacia una actitud revolucionaria. Ante una realidad de terror
sin precedentes, la iglesia oficial prefirió mantener una posición de
neutralismo político.
Sin
embargo, fueron muy numerosos los casos individuales de resistencia activa.
Destacados católicos como el padre jesuita Alfred Delp y numerosos miembros del grupo de estudiantes
reunidos en la organización de „La Rosa Blanca“ demostraron un heroismo
admirable. Han salvado el honor de los católicos alemanes porque sacrificaron
sus vidas denunciando los crímenes del estado y conocían las consecuencias que
les esperaba.
Entre ellos se destacan los hermanos Scholl,
Hans y Sophie. Fueron los personajes principales del grupo de estudiantes y
profesores de la Universidad de Munich, autores de numerosas „Cartas abiertas
dirigidas al pueblo alemán“. Fueron repartidas como hojas volantes. Denunciaron
abiertamente el crácter criminal del régimen Nazi e incitaron a la
desobediencia y a la rebelión abierta:
„El
Estado actual es la dictatura de la malicia. El Estado debería imitar la
Civitas Dei, la ciudad de Dios, que es la más alta de las utopías. Todo ser
humano tiene derecho a la justicia que garantiza la libertad de la persona y el
bienestar común.
¿Por
qué no os movéis? ¿Por qué toleráis que los tiranos os roban el dominio sobre
vuestros derechos inalienables? ¿Os habéis rendido ya a los criminales y
borrachos?
¡Es
vuestro deber, eliminar este régimen abominable!“
Hans y Sophie, de 25 y 21 años, fueron
entregados al verdugo en la carcel de Stadelheim (Munich) y decapitados por
alta traición según la sentencia que
pronunció el tribunal popular bajo la presidencia del mismo Roland Freisler,
máxima autoridad del sistema jurídico del régimen. Había venido expresamente
desde Berlin para presidir el acto.
Hans le increpó: „¡Hoy ud. nos mata a nosotros, pronto le tocará a ud.!“
Hans, con el número 525 y Sophie 526 fueron
guillotinados sólo dos horas después de oir la sentencia, el 23 de Febrero de
1943. Eran las cinco de la tarde. Este procedimiento precipitado no era usual y obedecía a la
intervención directa del fanático presidente de la cámara, ofendido por la
valiente oposición de los acusados.
Sin embargo, el verdugo permitió que estuvieran
reunidos hasta el final. Se cuenta que leyeron la carta de San Pablo a los
Corintios (13):
„--y
si entregara mi cuerpo para alcanzar la gloria, si no tengo caridad, de nada me
sirve.“
¿Quién más tenía caridad? La ausencia de la
caridad fue la norma del mundo que rodeó a los hermanos Scholl. Así, los
lectores de las „Cartas abiertas“ no se rebelaron. La gran mayoría de ellos, asustados,
entregaron la hoja a la policía. Colaboradores obedientes y cobardes.
¿Qué
más sucedió en el caso de Albert A?
Albert volvió al pueblo. No había sido sometido
al programa de Eutanasia. Pero volvió cambiado.
Recuerdo que ya no lo veíamos, escoba en mano,
barriendo las calles. Como una sombra gris permaneció quieto e inmóvil pegado a
la pared con la mirada perdida en la lejanía.
No se quitó del medio cuando todo el mundo
corría para esconderse durante las alarmas cada vez más numerosas que acompañaron
los bombardeos sobre la ciudad e industria cercanas.
Parece que también estuvo allí, inmóvil, cuando
al final de la guerra se enfrentaron los tanques americanos y una unidad de la
SS en retirada en el mismo pueblo. Tampoco compartió la fiesta en las calles
que celebraron los prisioneros franceses y polacos por su liberación. La
derrota militar tendió un manto de miseria y de silencio sobre el país recien
liberado de la peor pesadilla de su historia.La gente del pueblo se dedicaron a
trabajar y a olvidar el pasado.
Cuando después de muchos años de ausencia
regresé al pueblo, decían que Albert había muerto.
Entonces ya existía un monumento en honor de
las víctimas de la última guerra. Yo repasé los nombres inscritos en bronce a
la entrada de la iglesia del pueblo. El nombre de Albert faltaba.
El pueblo se había olvidado de esta persona que
durante años había barrido sus calles y que
„solamente“ había sufrido el desprecio y
violación a través del programa oficial de esterilización.
Albert
salvó la vida a pesar del desastre. Pero comprendí que habían sobrevivido
también la insensibilidad y la crueldad de todos los días que acompañan a todas
las dictaduras.
Por F.Manfred Peter
junio de 2001
Notas bibliográficas (todo en alemán):
K.J.Müller, Der deutsche Widerstand 1933 - 1945. Paderborn 1986.
Deutsches Geistesleben im Nationalsozialismus, Hgb. Hermann Leins. Tübingen 1965.
Nationalsozialistische
Diktatur 1933 - 45, Eine Bilanz, Hgb. Bracher, Funke, Jacobsen. Düsseldorf
1983.
Der Staat am Sterbebett, Lüdiger Lütgenhaus. Die Zeit nr. 22. 23. Mai 2001, S. 45.
Richard Hanser, Deutschland zuliebe.Munich 1982.
[1] No ha sido la primera ley de estas
características: En 1892 fue proclamada una ley similar en Suiza tras la
iniciativa del psiquiatra Forel. En 1907 se formuló una ley similar en Indiana,
USA y en Suecia existió legalmente hasta los años 1960.
[2] Esta orden fue proclamada en octubre de 1939.
La guerra había comenzado en septiembre. Hitler insistió en cambiar la fecha
para que coincidan ambos eventos sobre la misma fecha, demostrando así que la
guerra tenía dos frentes ideológicos, contra el enemigo exterior e interior al
mismo tiempo.
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